Ante el temor del FMI, Alberto Fernández aseguró que Argentina no irá a default si gana las elecciones

El candidato a presidente del Frente de Todos sostuvo que el país “siempre paga los compromisos”.

Alberto Fernández fue concreto: “Yo no soy loco. Yo soy pragmático y nosotros siempre pagamos los compromisos”. El candidato fue duro en su léxico, pero en todo momento dejó en claro que Argentina no iría al default en caso de un triunfo del kirchnerismo.

Así le habló, ayer, al enviado del Fondo Monetario, Alejandro Werner. Pero sus palabras tenían una audiencia mayor: los mercados internacionales, que descreen de Cristina, La Cámpora y los “gurkas” del kirchnerismo. Ocurrió en las oficinas de Fernández. Estaba con Matías Kulfas, Cecilia Todesca y Santiago Cafiero. Guillermo Nielsen está en misión en Europa.

Fue cuando el director del Hemisferio Occidental del FMI, puso el dedo en la llaga: Werner hizo una directa alusión al pánico que genera en los mercados una eventual vuelta de la ex presidenta. Trevor Alleyne –el representante del FMI en Buenos Aires- anotaba, a toda velocidad en su cuaderno, el diálogo.

Alberto intentó ser convincente: “Nosotros siempre cumplimos. Pero por este camino que eligió Macri y avaló el Fondo no se generan los dólares para pagar”. “Si queremos ir a Mar del Plata -dijo- hay que tomar la ruta 2 y no la ruta 9”. Fue el preámbulo que utilizó Alberto para presentar el tema urticante: planteó la posibilidad de una reprogramación del acuerdo con el FMI. Así lo dijo: “La última vez que hablé con el Fondo, fue con Kohler. Hicimos un acuerdo a tres años para poder pagar”. Y remató: “Cumplimos y cancelamos la deuda con el FMI”.

Werner habló poco. Se molestó porque le echaron en cara, el evidente apoyo político de Christine Lagarde a favor de la reelección de Mauricio Macri. El encuentro –horas después- con Roberto Lavagna fue sin concesiones. El ex ministro lo dijo con todas las letras: “Tiene que ser Macri el que resuelva antes de diciembre los compromisos insostenibles que asumió con ustedes”.

La reprogramación del acuerdo con el FMI, lo plantean todas las fuerzas políticas. Los propios emisarios del FMI lo admitieron -hace semanas- en una reunión que organizó Facundo Gómez Minujín, del JP Morgan en Buenos Aires, y que después desmintieron por el impacto que provocó.

El propio Gobierno –en secreto- habla de rediscutir el acuerdo con el FMI. En su intimidad, Macri repite: “Yo soy el único que puede tener el apoyo del FMI para reprogramar el acuerdo y obtener más fondos”.

En Wall Street están atentos a estos movimientos, porque opinan que se acerca el día clave para los mercados: las PASO. Los hombres de negocios internacionales –y los locales– viven con cierto dramatismo el proceso electoral. Todos sostienen que la actual inestable “pax cambiaria” depende del resultado electoral en las primarias. Afirman que un triunfo amplio de la formula Fernández-Kirchner puede reavivar la corrida del dólar.

Existen encuestas de todo tipo. Macri recuperó posiciones, a medida que reaparece en público Cristina. Algunas dicen que está sólo a 4 puntos y que eso es descontable fácilmente en un ballotage. Pero en Manhattan conocen un dato fuerte del macrismo. Lo admitió María Eugenia Vidal en la última reunión de la cúpula del PRO: en Buenos Aires Juntos por el Cambio perdería ahora por 8 puntos.

También en Wall Street y en el movimiento empresario local hay decepción por los pobres planteos de ambas fuerzas mayoritarias. Se refieren a la ausencia de planes y programas para sacar a la Argentina del peor diagnóstico económico: “la estanflación”.

En la UIA y en ADEBA comentan con fastidio que el único activo del Frente de Todos para ganar la elección es machacar sobre la “turbulencia” económica que generó la Casa Rosada. También ven con decepción que la casi exclusiva estrategia del oficialismo para triunfar es fomentar el “horror” que genera en la sociedad la posible vuelta de Cristina.

Los hombres de negocios no ven –en ambas fuerzas- hasta ahora ninguna idea clara y menos propuestas para retomar un crecimiento sostenido. Macri responde a sus habituales interlocutores empresarios: “El primer día vamos a hacer todo lo que necesitamos”.

Nicolás Dujovne llevó esa bandera a las reuniones que tuvo en Manhattan. El ministro viajó con un propósito claro: evitar que algunos fondos comiencen a desprenderse de bonos argentinos ante la incertidumbre electoral. Dujovne tuvo encuentros clave. Uno lo organizó Goldman Sachs, otro el HSBC, también Gramercy y además Blackrock. Hubo una exclusiva cena, donde estuvo gente del poderoso JP Morgan. El ministro se mostró “ultra-optimista” y prometió un segundo semestre económicamente holgado.

En todas las reuniones comenzó con una proclama: “Macri va a ganar en primera vuelta”. Y después remató con una promesa: dijo a los inversores que la reforma laboral se va a aprobar entre octubre y diciembre. En otras palabras: se utilizará el actual Congreso, para despejar el inicio del segundo mandato de Macri. Para eso dijo que cuentan con Miguel Pichetto y además prometió avanzar en la reforma previsional y otras estructurales. La “sobreactuación” no agradó a sus interlocutores. Los bonos argentinos no acompañaron -esta semana– la gira del equipo económico.

En Wall Street quieren que gane Macri. Pero son fríos, pragmáticos y realistas: saben que aún los números no le alcanzan y habría – por ahora -una final con Cristina de bandera verde.

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